Tadej Pogačar comenzó 2025 con el gran peso de las expectativas, y a mitad de temporada había convertido esas expectativas en una cadena de victorias que reforzaron su posición como el ciclista líder del deporte. Sus triunfos no solo fueron numerosos, sino también contundentes, marcados por ataques decisivos y diferencias de tiempo dominantes.
Su logro más importante llegó en julio con una cuarta victoria general en el Tour de Francia. Durante tres semanas, combinó supremacía en la montaña con precisión en la contrarreloj, asegurando el maillot amarillo con victorias de etapa que demostraron su versatilidad y control. En las altas montañas, se distanció de sus rivales, mientras que en la lucha contra el crono obtuvo segundos preciosos que resultaron inalcanzables.
A principios de año, la campaña de clásicas de Pogačar trajo más trofeos. En el Tour de Flandes, lanzó un ataque demoledor en el Oude Kwaremont que dejó a sus rivales fuera de vista, cruzando la meta en solitario para reclamar su segundo título en esta prueba. Esta exhibición subrayó su capacidad para dominar tanto rutas adoquinadas como terrenos montañosos, una combinación poco común en el ciclismo moderno.
La Flèche Wallonne fue otro escenario para su dominio. En el Mur de Huy, lanzó su sprint antes de lo esperado, resistiendo a todos los rivales para asegurar la victoria con la mayor diferencia de la carrera en más de dos décadas. Fue una actuación que equilibró pura potencia con un cálculo preciso del riesgo.
En Lieja–Bastoña–Lieja, el campeón esloveno volvió a optar por la ruta en solitario hacia la victoria. Atacó en la famosa Côte de La Redoute y mantuvo un ritmo implacable para terminar muy por delante del grupo perseguidor. El resultado le dio otro Monumento y amplió su creciente historial de podios constantes en las carreras de un día más exigentes del deporte.
Con cada éxito, Pogačar no solo amplió su palmarés de la temporada, sino que también reforzó su lugar en la conversación histórica del ciclismo: sus resultados lo sitúan al nivel de los más grandes de todos los tiempos.
Mientras Pogačar dominaba el escenario establecido, Isaac Del Toro estaba ocupado escribiendo su propia historia como una de las fuerzas emergentes más emocionantes del ciclismo. La temporada 2025 del joven mexicano ha sido una revelación, llena de ataques agresivos y valentía que han captado la atención de aficionados y rivales por igual.
En el Giro de Italia, Del Toro acaparó titulares al liderar la carrera durante varios días con la maglia rosa antes de finalizar segundo en la clasificación general, un logro extraordinario en su debut en la prueba. Su fortaleza en las subidas más empinadas dejó claro que algún día podría ganar los mayores premios del deporte.
Rápidamente continuó con una actuación dominante en el Tour de Austria, donde ganó tres etapas consecutivas. Cada victoria llegó gracias a aceleraciones bien calculadas y tácticas inteligentes, demostrando una madurez poco común para su edad.
El estilo agresivo del mexicano volvió a dar frutos en el Circuito de Getxo. Lanzó un ataque en solitario a casi 20 kilómetros de meta, se escapó y mantuvo la ventaja para asegurar otra victoria. Fue un esfuerzo que subrayó su valentía y sus crecientes instintos tácticos.
La temporada de Del Toro alcanzó otro punto culminante en la Vuelta a Burgos, donde se llevó el título general. A pesar de sufrir problemas mecánicos y enfrentar una fuerte oposición, gestionó su ventaja con aplomo, confirmando su condición de serio candidato a futuras grandes vueltas.
En 2025, Pogačar sigue siendo el indiscutible rey del pelotón, pero el ascenso de Del Toro sugiere que está a punto de comenzar un nuevo capítulo en el ciclismo de élite. El campeón reinante y la joven estrella están destinados a cruzar sus caminos, y sus estilos contrastantes prometen temporadas de batallas cautivadoras.